Una de las cosas más interesantes que trajo la pandemia fue la implementación obligatoria del home office para las agencias de publicidad a nivel mundial. Durante la última década escuché a diferentes directores de grandes agencias a nivel mundial decir: “Estamos en las puertas de la transformación digital”, “El futuro es 100% online”, “Nosotros somos los únicos que hoy en día somos 100% digital”.

Lo cual lleva a la pregunta. ¿Por qué entonces estas empresas están perdiendo clientes frente a otras más pequeñas y emergentes con pocos años de experiencia?

La respuesta es muy simple, no se trata de la experiencia, se trata de los procesos.

Las principales agencias a nivel mundial siguen manteniendo la estructura de trabajo con la que iniciaron. “El cliente siempre tiene la razón”, “Podemos sacarlo en tiempo record” o “Somos una escuela para los que desean aprender”.

Lamentablemente, esto ocasiona que al momento de llegar el boom de las comunicaciones digitales, e-commerce y redes sociales, muchas agencias no entiendan que tienen que pensar diferente. Los departamentos de planning, social media y creatividad trabajan cada uno por su lado. No hay informes finales de gestión más que la satisfacción del cliente, pero es poco común encontrar equipos que se apalanquen en estas oportunidades para sus próximas campañas.

¿Entonces qué se suele ver? Campañas completas creadas para televisión, -que no tiene nada de malo- pero luego quieren ser replicadas exactamente igual en redes, sin tener en consideración la red o el público objetivo. También ocurre, que en el proceso de creación no se involucran a los otros departamentos, entonces hay un montón de aristas que esa “buena idea” no tiene contempladas ni de lejos.

Es por esto, que muchas agencias emergentes, que vienen de un mundo 100% digital y que entienden el valor de estas reuniones y de arriesgarse, pero por sobre toda las cosas, saben decirle al cliente “NO” o “esto no va a funcionar” la están pegando del techo. Están logrando derribar en un mes, lo que las agencias más grandes del mundo les costó construir en años. ¿Por qué? Porque son efectivos, sus ideas tienen repercusiones, el público habla de ellos. Los resultados son simples y directos. Y no se trata de ser “diferentes”; “disruptivos” o cualquier otro termino tonto para llamar a la confianza en tus ideas sin los grilletes de la generación anterior. Es simplemente adaptarse al mundo en el que vivimos.

Quiéranlo o no, ahora están viviendo una transformación digital bien particular, si siguen empeñados en seguir caminando con los mismos zapatos que hace 20 años van a terminar haciéndose las mismas preguntas de siempre. ¿Por qué los empleados se van? ¿Por qué mis clientes se van? y la que más duele. ¿Por qué les va mejor que cuando estaban conmigo?.